11 de noviembre de 2011

Lo que siempre quisiste saber pero jamas te atreviste a preguntar sobre "El infierno"

Hola mis queridos lectores alguna vez se han preguntado que pasaría si llegara nuestro día y nos portamos muy mal durante el resto de nuestra vida? Bueno pues el infierno sera el lugar donde tendrás tu boleto de entrada anticipada
 Pero que es el Infierno, por que existe y como sabemos eso ¿alguna vez se han preguntado?; el siguiente tema habla de el; estas son algunos significados tanto científico como Teóricos, los conocimientos en ciertas culturas, el pretexto para mantener ala sociedad en raya  o  como debemos de tener el criterio para no influenciarnos de lo que dicen las peliculas de Hollywood, la biblia o la catequista de la iglesia, de esa tierra que no queremos ir... 
Etimológicamente la palabra "infierno" viene del latín "infernus", que se relaciona con "inferior" en el sentido de un lugar tradicionalmente ubicado bajo la tierra o dentro de ella; y en lo referente a la fe, según la traducción de la Enciclopedia Católica, es un lugar "oscuro, escondido y alejado de Dios". La representación más conocida del infierno es la que Dante Alighieri imaginó en "La Divina Comedia", con nueve círculos con distintos castigos en función de la gravedad del pecado cometido, muy en la línea de la visión helénica del Hades, un infierno escondido tras la laguna Estigia. 
Pero la idea de este lugar no es exclusiva de la religión cristiana, sino que otras creencias la han desarrollado: sin ir más lejos, los otros dos grandes cultos monoteístas tienen su propio Averno, el "Sheol" en los inicios del judaísmo, más vinculado a la "oscuridad tras la muerte" que a un castigo por las malas acciones, mientras que en el Corán existen múltiples referencias. En la antigüedad también se temió al infierno: así, los egipcios describían en el "Libro de los muertos" algunos rituales para salvar al difunto; existen también representaciones del juicio a los muertos en presencia de Anubis, que escoltaba las almas y las protegía de Osiris. En las culturas precolombinas también existió el infierno: para los mayas Ah Puch era el dios de la muerte, su regente, con cabeza de calavera y el cuerpo en descomposición, muy en la línea del dios azteca de la muerte, Mictian. 

El infierno, el Hades o el Sheol fueron las metáforas que, de manera gráfica, trataron de explicar una actitud y un punto de vista determinado. Basado en el análisis psicológico, se asume al infierno como un estado en donde «se entra por voluntad propia» al igual que el Paraíso, en otras palabras, es un estado emocional y punto de vista accedido por el libre albedrío explicando así los estados agónicos o de perpetuo dolor y sus contrapartes de placer y bienestar que experimentan los seres humanos, expresados como emociones. En épocas antiguas, la mejor forma de ejemplificar algo era de forma gráfica; lo hacía fácil de comprender para muchos.
Basados en los criterios, experiencias y enseñanzas de cada uno, el infierno tiene muchos puntos de vista o perspectivas, ya que lo que podría ser considerado como loable para unos, para otros sería deplorable y viceversa. Estos puntos de vista discreparían en distintos lugares y tiempos, un ejemplo de ello se ve en los primeros años del cristianismo. Existían muchas acciones consideradas como herejías, señalando un estilo de vida muy específico a seguir para alcanzar la gloria. Dentro de este contexto, se señalaba a cualquiera que pecaba o no seguía el camino señalado, como condenado al Averno (infierno), ya que se enseñaba concretamente (no adecuado en sí) qué era bueno y qué era malo.
Desde este punto de vista, el hombre se enfrenta a demonios y llega a acceder al infierno basado en sus criterios, pero los demonios actuales son la emociones negativas, entre las más relevantes: la depresión, ansiedad y desesperación (entre otras); se puede citar muchas más que nos llevan al punto agónico (el infierno en sí, en forma literal), que es cuando no vemos la salida a un problema en particular. Además, el infierno puede ser tomado o interpretado de diferentes maneras según la religión o ideología de las personas. Se podría decir que el infierno es el recóndito pensamiento y arrepentimiento que nos creamos por las mala acciones que llegamos a hacer en algún momento.

Todo empieza en la civilización egipcia, en donde se establece por primera vez la idea de un más allá, con su recompensa y su castigo, teniendo en cuenta que es en "El libro de los muertos" donde se detalla minuciosamente el proceso de transición de un mortal al más allá. Los egipcios son los primeros en establecer la idea del Juicio Final, la cual posteriormente influyó en todas las civilizaciones que tenían tratos económicos, sociales, políticos y militares con el Egipto faraónico y que más tarde influyó notablemente en la civilización occidental en su idea infernal y diabólica. El proceso del juicio egipcio era que el fallecido antes de ser juzgado por Osiris tenía que atravesar lagos en llamas, desiertos espantosos y cocodrilos voraces, tras llegar a Osiris y ser sometido a juicio, si era declarado culpable, era entregado a Seth, el cual lo arrojaba a las fauces de Amunt, una especie de cocodrilo gigante, y era en sus entrañas donde el alma del desafortunado sufría innumerables tormentos hasta la eternidad. 

En el cristianismo
La teología cristiana ha discutido la noción de «infierno» a lo largo de su historia. En un tiempo no hubo duda de que se trataba del lugar en el que se castiga eternamente a los pecadores, en el que los tormentos no podían ser conmutados.
Llegado el cristianismo y ya instaurado como religión oficial, los primeros cristianos apenas mencionan el infierno hasta que en el siglo IV San Agustín, padre de la iglesia actual, en su libro "La Ciudad de Dios" habla de castigos y cita que son los pecados sexuales los que principalmente llevan al infierno y donde surgen ideas tan peregrinas como que los niños no bautizados no van al cielo.

En el catolicismo
La teología catolica ha discutido la noción de «infierno» a lo largo de su historia. En un tiempo no hubo duda de que se trataba del lugar en el que se castiga eternamente a los pecadores, en el que los tormentos no podían ser conmutados.  es el mismo Cristo quien refiere con más insistencia la existencia del infierno y que muchos serán los condenados. Aunque cree que el número de condenados será pequeño en comparación con el de todos los seres humanos nacidos desde la Creación, para los condenados -ya sean cien, mil, diez mil o más- el castigo será eterno. También sostiene que la gran mayoría de los sacerdotes en la Iglesia Católica trata de restarle importancia al infierno y a la condenación eterna por no asustar a sus feligreses
Hay consenso en creer que no es Dios quien «envía» al hombre al purgatorio o al infierno, sino que es el hombre mismo (por las actitudes y obras que vivió en su tiempo de existencia terrena), quien decide libremente su destino final;9 si ha creído en Jesús y vivido piadosamente el cielo le esperará, si ha cometido pecados no confesados y necesita purificación para acceder al cielo, ella misma pedirá un tiempo en el purgatorio para purificarse y entrar a la gloriosa presencia de Dios, limpia; y si ha vivido en enemistad con Dios, con los demás y consigo misma, ella misma pedirá el destino que le corresponde como fruto de sus acciones y creencias.

En el protestantismo
En el protestantismo el infierno es presentado como un lugar de castigo y separación eterna de la presencia y gloria de Dios. La concepción antropológica de la teología protestante presenta a todos los hombres condenados desde su nacimiento (por el pecado original) a sufrir esta separación eterna y por tanto necesitados absolutamente de la misericordia de Dios para poder restablecer la relación con Dios, es decir, ser salvados mientras viven en este mundo. La adquisición de esta salvación es entendida como un regalo de Dios a aquellos hombres que se arrepienten de sus pecados y creen de corazón
Testigos de Jehová
El infierno de fuego nunca ha sido parte de las doctrinas de los Testigos de Jehová afirmando que el creer en ello sería difamar a Dios al contradecir el hecho de que Jehová es un Dios de amor. Afirman que la idea del infierno es precristiana y proceden de la mitología de Mesopotamia. Los Testigos de Jehová creen que el infierno es una traducción del griego Hades (el equivalente del Sheól hebreo), que para ellos es el sepulcro común de la humanidad y no un lugar de castigo y tormento.
Mormones
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días predica que el infierno es un lugar preparado desde la fundación del mundo y en el hay almas no encuentran descanso y están en estado de miseria y lamentación, conscientes de su estado caído y ruina espiritual. Es una especie de cárcel de "espíritus inmundos". Aún en este estado, el infierno es visitado y ministrado por ángeles que preparan a aquellas almas que tienen opción para la segunda resurrección y el juicio final.
Adventistas
Según la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el infierno no existe como un lugar físico en el que los perdidos sufren por la eternidad. Tal interpretación se basa en la secuencia de acontecimientos proféticos relatados en el capítulo 20 del libro de Apocalipsis, los que describen de qué manera el infierno será el modo que se utilizará para infligir una decisiva y final derrota al mal (la segunda muerte), describiéndolo como un fuego del cielo y un lago de fuego, al cual serán echados Satanás y sus seguidores. Para esta denominación los muertos permanecen en un estado inconsciente hasta la segunda venida de Cristo, momento en el cual serán resucitados. Esta creencia crece entre miembros de otras Iglesias protestantes
En el judaísmo
El judaísmo, al menos inicialmente, creía en sheol, que se describe como una existencia sombría a la cual todos eran enviados tras la muerte. El Sheol pudo haber sido poco más que una metáfora poética de la muerte, de la ausencia de vida, y no se refiere a una vida después de la muerte. En el Antiguo Testamento no se amenaza a los pecadores con ninguna vida de sufrimiento después de la muerte.
En el islam
El islam prevé el Juicio Final para todos los creyentes, como el cristianismo, y las referencias al fuego del infierno abundan en el Corán. Durante la vida, los ángeles escribanos, uno a cada lado (el de la derecha anota las buenas acciones, mientras el de la izquierda anota las malas) anotan las acciones de los hombres, y éstos serán juzgados de acuerdo con esos libros. El puente Sirat, delgado como un cabello, debe ser atravesado por los que se dirijan al Paraíso, y aquel que caiga irá a parar a las llamas del infierno. En cuanto a la estructura del infierno islámico, el libro más descriptivo es Las mil y una noches. En la Noche 493, este libro habla de un edificio de siete pisos, separados uno de otro por «una distancia de mil años». El primero es el único que se describe. Está destinado a los que murieron sin arrepentirse de sus pecados y en él hay montañas de fuego, con ciudades de fuego, las que a su vez contienen castillos de fuego, los cuales tienen casas de fuego, y éstas tienen lechos de fuego en los que se practican las torturas, todo en número de setenta mil.

Hinduismo y budismo
El hinduismo y el budismo creen en el infierno, aunque sólo como escenario transitorio en el ciclo de reencarnaciones. El hinduismo cree en 21 infiernos en los que se pueden reencarnar los que han cometido faltas mortales. El Bhagavad Guitá (incluido en el poema épico sánscrito Majábharata, dice: «El infierno tiene tres puertas: la lujuria, la cólera y la avaricia». Y en él caen «los hombres de naturaleza demoníaca» hasta ser aniquilados. El budismo reelaboró la doctrina hinduista y su ortodoxia prevé esferas infernales en las que pueden reencarnar los mortales agobiados por un mal karma (deudas vitales, elecciones incorrectas...): la esfera de los espíritus torturados por el hambre y la de los demonios en lucha. El Reino de los Narakas es el infierno budista.

Antiguo Egipto
Duat el inframundo de la mitología egipcia, el lugar donde se celebraba el juicio de Osiris, y donde el espíritu del difunto debía deambular, sorteando malignos seres y otros peligros.
Antigua Grecia
Averno era el nombre antiguo que se le daba, tanto por griegos como romanos, a un cráter cerca de Cumas, Campania. Se creía que era la entrada al inframundo, a los infiernos. Según el escritor griego Diodoro de Sicilia, el Averno sería un lago oscuro e inmenso. Los griegos creyeron que las almas de los muertos permanecían en el Hades, al que se llegaba después de atravesar la laguna Estigia. Allí no sufrían otro tormento que el de su exilio y separación de sus seres queridos. Algunos podían mostrarse arrepentidos de sus faltas, como lo imagina Homero, en su poema Odisea que hace descender a su héroe al Hades. Odiseo habla allí con sus camaradas muertos en la guerra de Troya y con su propia madre

Mitologia Nordica
En la antigua mitología nórdica, existía un mundo tenebroso para las almas de aquellos a los que no se les concedía entrar al Valhalla. Sólo los mejores guerreros eran llevados a esa casa techada con escudos de oro. Los que no iban allí, eran entregados a Hel, diosa del mundo subterráneo. Voluspá, una de las eddas (poemas mitológicos de los antiguos escandinavos) menciona que en el reino de Hel el lobo destroza los cadáveres de los asesinos, los perjuros y los que sedujeron mujeres de otros
Civilización Mexica
Los aztecas creían que todos los muertos iban al Mictlán, lugar neutral que se encontraba muy al norte. Era conocido también como el lugar de las flores blancas, siempre estaba oscuro y en ellos residían los dioses de la muerte, en especial Mictlantecuhtli y su esposa Mictlantecihuatl, que literalmente significa ‘señor y señora del mictlan’. Se tardaba cuatro años en llegar al mictlan y debían superarse difíciles pruebas, como pasar una sierra donde las montañas chocaban entre sí, un campo donde el viento tiene cuchillas que rasgan la piel, y un río de sangre con fieros jaguares. El mictlan significa ‘lugar entre los muertos’, del náhuatl miclti, que significa ‘muerto’, y tlan (contracción de titlan) que significa ‘entre’.

Así que ya saben crean en lo que crean, de donde ejerce su religión, el infierno existe! ya sea aquí entre nosotros, en nuestras cabezas  o en el mas allá, la mejor forma para evitarlo es portarse bien consigo mismo.  

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