16 de enero de 2011

Lo que querías saber y jamas te atreviste a preguntar de "Los Prostíbulos nazis""

Uno de los secretos mejor guardados de la era de los campos de concentración fue el uso que las SS hicieron con mujeres judías y no judías como esclavas sexuales.

Estas esclavas fueron reclutadas en todos los países capturados por los nazis y sirvieron para ellos como fuente de ingresos.
Se trató  de un sistema creado por órdenes de la SS; había una contradicción entre el apego a la ideología del cuidado de la pureza de la raza y la necesidad de satisfacer los instintos de los soldados en el frente, en los países conquistados y en los campos de concentración.

En las primeras etapas de la guerra los nazis se abstenían de acercarse a las mujeres judías pero rápidamente vencieron sus reservas y las limitaciones de las leyes de Nuremberg. En la retaguardia los acercamientos eran castigados pero en el frente los SS tenían sus reglas. Los nazis trataron a estas mujeres como botín de guerra. 

La prostitución obligada no sólo fue instrumentada por placer cínico de los nazis sino por necesidades económicas y como excusa para estimular el trabajo esclavo en los campos de concentración. En 1942 el directorio de la firma E.G.Farben, que utilizaba centenas de esclavos, le pidió a los líderes de la SS un permiso para autorizar a los "trabajadores sobresalientes" a que sean "premiados" con asistencia a los burdeles. Himmler aceptó y en cada campamento se erigieron burdeles en lugares reservados. El campo de concentración de mujeres de Ravensbruck sirvió de "fuente de abastecimiento" de mujeres para las SS. Olga Lotar, que llegó al campo como prisionera política, recuerda la selección que se hizo con las mujeres. "Llegaron oficiales de la SS y comenzaron a mirar a las mujeres. Las clasificaban por peso, altura,color de cabello; para diversos gustos. Al principio los nazis engañaron a las mujeres y les decían que si trabajaban 6 meses como prostitutas serían liberadas.

En total, las SS abrieron diez burdeles, el mayor de ellos en Auschwitz, donde llegó a haber hasta 21 mujeres trabajando a la vez. El último prostíbulo fue abierto a principios de 1945, poco antes del fin de la guerra. Para estos centros no se reclutaba a mujeres judías, como tampoco podían asistir a ellos hombres judíos o de origen soviético. Asimismo, los alemanes y esclavos sólo podían yacer con prostitutas de su mismo origen.

El testimonio dramático de una de las esclavas sexuales en Mathausen echa luz sobre las terribles condiciones: "En las cabañas había pequeñas habitaciones con números. Los hombres antes y después de cada visita se descontaminaban. Cada mujer recibía por día entre 10 a 20 hombres. Los guardianes de las SS nos vigilaban por pequeñas agujeros en las puertas. Los hombres debían pagar a los oficiales que se quedaban con el dinero". 
 

De esta forma se pretendía "incrementar la productividad ofreciendo a los trabajadores forzados un incentivo añadido", pero señaló que no dio resultado porque "sólo unas pocas personas estaban en buena condición física como para ir" a los burdeles. De hecho, se cree que fueron menos del uno por ciento de los prisioneros. 
 

Los nazis llevaban un registro detallado de los "clientes" que visitaban los prostíbulos y de sus ingresos. Cada visita la cobraban en Reichmark. 


Los encuentros eran en todo momento supervisados. "Sólo se permitía la posición del misionero y sexo durante 15 minutos", relató Sommer, quien para la elaboración de su libro visitó los diez campamentos donde hubo prostíbulos y entrevistó a 30 antiguos prisioneros.

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