19 de mayo de 2011

Quien era Jack el destripador?


Mis queridisimos lectores al creer que escribir sobre un asesino serial es como diría mi madre "es parte de una etapa inmadura donde vemos cool a la gente mala" bueno en si se refería a una estrella de rock, pero los asesinos seriales son unos Rock stars, para mucha gente hacen obras de arte y se vuelven personajes de culto, otros  los vemos como un ser que puede explotar sus capacidades, de una manera muy inusual, su modus operandi, únicos e inigualables y así que me di darle un homenaje a un hombre que podría decirse al mejor asesino serial de todos los tiempos, inspiración de muchos, esta es la historia de JACK el destripador, en verdad disfrútenla como yo lo hice al escribir cada letra sobre el.

Nunca se pudo saber con exactitud quién era Jack, debido en parte a las burdas técnicas de investigación forense del momento, y también se especula que se quiso ocultar al verdadero autor, Alberto, Duque de Clarence, miembro de la familia real.

En la década del noventa, se encontró un pequeño reloj de oro, con la leyenda “Yo soy Jack” y las iniciales de las víctimas: MN, AC, ES, CE, MK. También fue hallado un diario donde se describía en detalle los crímenes. El nombre del autor:  James Maybrick, un prominente comisionario algodonero de Liverpool. Se dijo en un primer momento que estos objetos eran un fraude. Pero análisis posteriores realizados con microscopio electrónico, y otros modernos métodos de investigación revelaron que el reloj podría haber sido de la época en que Jack azotaba la noche  londinense

Otro sospechoso que tiene muchos puntos a su favor es  Montague John Druitt un abogado, tenista y maestro de escuela. Montague se suicidó inmediatamente luego del asesinato de la última víctima, y los crímenes cesaron. Su familia estaba convencida que de el bueno de Montague era Jack. Ya en la época era considerado un firme sospechoso, y  aparece mencionado en el Memorados Macnaghten, un libro escrito en 1889, por Sir. Melville Macnaghten, quien estaba a cargo oficialmente de la investigación. El cuerpo de Montague apareció flotando en el río Támesis, en avanzado estado de descomposición. Si su familia estaba tan convencida de que era el asesino, cabe la pregunta ¿suicidio o asesinato, en un intento de terminar con esta carrera de muerte y horror? Ciertamente tuvo éxito, porque los asesinatos cesaron. Por otro lado, es improbable que un verdadero asesino serial se suicide, ya que se trata por lo general de una personalidad extremadamente narcisista y egocéntrica. El suicidio no es opción.
En 2006 se realizó un análisis de ADN a una de las supuestas cartas que Jack había enviado, y se llegó a la conclusión de que era una mujer. Se comenzó a hablar de Jill, la destripadora. Pero también podría haber escrito la carta con sus manos manchadas con sangre de una de sus víctimas. También se duda, porque no se corresponde con el perfil de los asesinos seriales el que sea una mujer. En definitiva, una información que no ayudó a esclarecer el caso.
Otro sospechoso fue Walter Richard Sickert (1860-1942), quien era un pintor de origen alemán. La acusación se basa en que hay gran número de evidencias que apuntan a Sickert. Patricia Cornwell, una investigadora lo declara el asesino sin discusión en un libro intitulado “Retrato de un asesino. Jack el Destripador: caso cerrado”. Pero, es extraño,  o al menos inusual que un asesino serial de estas características pare porque sí. En general las ansias de matar van in crescendo, y nada, salvo la muerte o la cárcel, lo hacen detenerse.
Otra teoría seria le atribuye los asesinatos a Melville Macnaghten (1853-1921). Melville era investigador de Scotland Yard, y, se supone que cometió los asesinatos para obligar a su jefe a dimitir. Cuando Melville fue puesto a cargo de la investigación, los asesinatos misteriosamente cesaron. También se dice que la letra de Melville era igual a las de las misivas de Jack, especialmente cuando escribe “Querido Jefe”. Nuevamente, inusual actitud para un asesino serial.
La última teoría, desarrollada en 1997 por Trevor Marriott, ex investigador de Scotland Yard, apunta a que Jack era en realidad un marino, que había llegado a Londres en el barco “Sylph”, un carguero de 600 toneladas. El barco había tocado puerto en Londres procedente de las islas Barbados en julio de 1888, justo un mes antes del asesinato de la primera víctima, y había zarpado hacia Managua (Nicaragua) dos semanas después del asesinato de la última víctima.
En Managua, justamente, se produce una serie de homicidios brutales similares a los de Jack que dejaron perplejos a los investigadores. De hecho, se especulaba en los diarios de ese entonces, que en realidad fuera Jack.
Las coincidencias siguen: el 17 de julio de 1889, Alice McKenzie, otra prostituta, aparece muerta de igual forma en Londres. Más tarde, en octubre de ese mismo año, en Hamburgo, otro puerto muy frecuentado por marinos, es escenario de otro crimen similar.
En definitiva, los años han pasado. Las técnicas de investigación forense han mejorado de manera astronómica. Pero la verdadera identidad de Jack sigue siendo tan misteriosa como en 1888. Tal vez sea esta aura de misterio la que ha marcado a fuego los atroces crímenes de Jack en la memoria de la humanidad
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Carta de Jack el Destripador
Carta de Jack el Destripador

Segunda mitad del año 1888. Plena sociedad victoriana en Londres.  Todavía era una época en que se conserva cierta ingenuidad por parte del ciudadano común. De repente, los cadáveres descuartizados de pobres prostitutas empezaron a acumularse en el barrio bajo de White chappel, un suburbio frecuentado por las clases más bajas de la ciudad.
Las características comunes de los asesinatos eran las siguiente: mujeres, prostitutas, a veces ocasionales, que aparecían con la garganta degollada de izquierda a derecha, y todas mutiladas.  La parte favorita de Jack era el abdomen, aunque no se privaba de otras partes del cuerpo. Lo primero que hacía era agarrarlas por detrás y con un certero corte de izquierda a derecha las silenciaba, para siempre. A partir de ese momento, estaban a su más completa merced, para que se “divirtiera” como él más quisiera. A muchas les sacaba el útero, y otros órganos internos. Pero la manera en que lo  hacía era como la de alguien que tenía conocimientos y herramientas de un médico, o alguien avezado en anatomía humana. Las víctimas fueron Mary Ann Nichols (de 43 años), Annie Chapman (de 47), Elizabeth Stride (de 45), Catherine Eddowes (de 46), y Mary Jane Kelly (de 25, su víctima más joven).
El nombre Jack se lo dio el mismo, supuestamente, en una misiva que envió el 27 de septiembre de 1988, a la Agencia Estatal de Noticias. Como a muchos otros asesinos seriales, a Jack le gustaba la publicidad, y burlarse abiertamente de los policías que nunca pudieron detenerlo. En la misma podía leerse:
Querido Jefe, desde hace días oigo que la policía me ha capturado, pero en realidad todavía no me han encontrado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo a gritar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito…
Firmado: Jack el Destripador
La ironía, el sadismo y la diversión que este “jueguecito” le producía es el común denominador de los asesinos seriales. Es increíble cómo, con matices, el mismo comportamiento se repite a través de los siglos de la historia forense: Zodíaco, Charles Manson, Landrú.
Muchos investigadores, a lo largo de los años, se han abocado a descubrir la identidad de Jack, llegando a considerarse el tema prácticamente como un objeto de culto. La realidad es que Jack jugó su “gracioso jueguecito” hasta cuando tuvo ganas, y nunca nadie pudo impedírselo.  

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